Cuentan sobre el rey Fernando el Católico que un adivino, tras consultar el horóscopo, auguró que el monarca moriría en la villa de Madrigal… ¿Se percataría el enfermo rey de que entraba, no en Madrigal, sino en el lugar de Madrigalejo en aquellos días de enero de 1516? Don Fernando venía arrastrando problemas de salud de carácter crónico desde tres años atrás y, a partir del verano de 1515, estos se habían agravado.
¿En qué consistían esos problemas de salud? Los físicos del momento dictaminaron que el monarca padecía de hidropesía, que es una acumulación anormal de líquido en alguna cavidad o tejido del organismo. En realidad, la hidropesía no es una enfermedad, sino una consecuencia y síntoma de otras patologías.
Es muy conocida la historia de que el rey tomó un brebaje para potenciar su fertilidad, en Carrioncillo (Valladolid), en marzo de 1513, que expulsó con vómitos y, durante días, le produjeron fiebres intermitentes. De aquel incidente, fue mejorando progresivamente.
Pero unos meses después, Mártir de Anglería decía acerca del rey: “tiene la respiración violenta y en extremo pesada. A duras penas lanza el aliento…”. Para entonces, ya era preocupante la salud y el estado anímico del monarca. Aunque sería en junio de 1515, en Burgos, cuando tuvo un grave percance de profundas descompensaciones cardiacas y respiratorias, de las que fue auxiliado por un montero de Espinosa con masajes y sacudidas en el cuerpo, según refería de nuevo Mártir de Anglería. A partir de entonces, se fue agravando su enfermedad.
Las últimas jornadas de viaje –diciembre de 1515 y enero de 1516- las hizo el rey con “asaz pasión y dolor”, con la movilidad limitada, ya que la acumulación de líquido se había ido generalizando, y le hacía viajar portado en andas. Al llegar a Madrigalejo –dice Argensola-, “el rey enflaqueció y el dolor de corazón con la hidropesía le apretó… se le disolvió la hinchazón y se le cayó un trozo de quijada”. A ello, hay que añadir los datos aportados por Galíndez de Carvajal, testigo de los hechos: “El rey estaba deshecho, porque le sobrevinieron cámaras (diarrea) que le quitaron la hinchazón que tenía de la hidropesía…”.
Como suele decirse, al perro flaco, todo se le vuelven pulgas. Con todas las patologías previas que traía el monarca –tristeza de ánimo, problemas de corazón y procesos asmáticos-, no debió soportar una fuerte infección intestinal que le pudo llevar a la deshidratación.
Bibliografía:
-Jaime Elipe y Beatriz Villagrasa. “El fin de un mito: Causas clínicas de la muerte de Fernando el Católico”. Studium: Revista de humanidades 24 (2018):369-373
-Lorenzo Rodríguez Amores. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Badajoz: Tecnigraf, 2008.