Recientemente ha tenido mucha repercusión en la prensa el estudio de Jaime Elipe y Beatriz Villagrasa titulado «El fin de un mito:Causas clínicas de la muerte de Fernando el Católico». Es un interesante trabajo que ha sido realizado desde la base científica de escudriñar fuentes coetáneas de los hechos estudiados, como son las cartas que escribió Pedro Mártir de Anglería. Los autores analizaron las descripciones de los síntomas patológicos que padecía el monarca y que aparecen reflejadas en las distintas cartas que enviaba a sus conocidos. A partir de ahí han llegado a la conclusión de que el Rey Fernando el Católico murió a causa de los problemas cardíacos y pulmonares que padecía.
Este reciente estudio va en la misma línea del que ya expuso Lorenzo Rodríguez Amores, en 2008, en su libro Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Basándose también fundamentalmente en Mártir de Anglería y Galíndez de Carvajal, Rodríguez Amores expone que, si bien fue cierto que le fue administrado un potaje afrodisíaco en Carrioncillo, esto ocurrió tres años antes de su fallecimiento, y que el monarca, cuando llegó a Madrigalejo, venía arrastrando unas irreversibles afecciones cardio-pulmonares y renales, a lo que se vino a sumar padecer unas “cámaras”, según Galíndez de Carvajal, que le deshicieron y desmejoraron de tal manera que no parecía él.
Nos complace comprobar que las conclusiones científicas a las que han llegado los profesores Elipe y Villagrasa en su interesante artículo van en la misma dirección de las que apuntaba Lorenzo Rodríguez Amores en su obra.